La empatía (la capacidad de vibrar y comprender las emociones de otra persona) se considera una de las competencias más importantes de la inteligencia emocional.
Es por esto, que a la mayoría de los cuidadores les interesa mucho que sus hijos desarrollen esta deseada habilidad. Y cuando ven que su hijo pequeño no empatiza, se preocupan y temen que tenga un problema. Y la verdad es que muchas veces los niños menores de cuatro años no lo hacen, simplemente porque aún no cuentan con la madurez y el aprendizaje para hacerlo.
En esta nota veremos cómo se desarrolla la empatía para que sepas qué esperar según la edad de tu hijo y cómo fomentarla.
¿Cómo se desarrolla la empatía?
Cómo cualquier otra capacidad, se aprende de manera progresiva, en la medida que el cerebro del niño va madurando y se le va enseñando a empatizar con otros.
Si bien los recién nacidos nacen con la capacidad de leer las señales no verbales de sus cuidadores, no es sino hasta los cuatro años que los niños tienen capacidad para empatizar con otros.
Durante el primer año de vida, los bebés aún no se perciben como seres distintos a sus cuidadores. Su “yo” es un “somos”. Producto de esto, son capaces de percibir y sentir los estados emocionales de otros, pero no de tomar distancia. Sienten la emoción del otro como si fuera propia. Por ejemplo, si ven a alguien triste, no comprenden que el otro está triste, sino que se sienten tristes.
Alrededor de los 18 meses, gracias a la adquisición de la marcha y avances en el desarrollo cognitivo, los niños finalmente descubren que son personas distintas a sus cuidadores. No obstante, aún no son capaces de empatizar cien por ciento con otros. En primer lugar, porque les falta madurez para hacerlo, y en segundo, porque necesitan afirmar el “Yo” que acaban de descubrir. Entonces es una etapa altamente egocéntrica.
En función de esto, ocurren dos situaciones. Cuando empatizan con el estado emocional de otros, por lo general lo hacen desde su experiencia y no desde los zapatos del otro. Por ejemplo: ven a un adulto triste y piensan que está triste porque se le perdió un juguete.
Y lo otro que ocurre con mucha frecuencia, es que en muchas situaciones no logran empatizar con otros porque se centran en lo que ellos quieren, sienten o necesitan. Por ejemplo, negarse a compartir un juguete con otro niño a pesar de que éste se ponga a llorar.
El egocentrismo comienza a descender en la medida que llegamos a los cuatro años. Es a esta edad que el desarrollo cognitivo les permite entender que otros pueden tener una perspectiva distinta a la de ellos. Esto marca el comienzo de la empatía propiamente tal.
¿Cómo fomentar el desarrollo de la empatía?
La forma más importante de fomentar el desarrollo de la empatía, es empatizar con nuestros hijos y hacerles saber, a través de nuestras palabras y acciones, que entendemos lo que le pasa (ver nota).
Otras formas de fomentar el desarrollo de la empatía:
- Traducirle a tu hijo los estados emocionales de otros. Por ejemplo: “El bebé está llorando porque tiene hambre”. “Ese niño está triste porque se le rompió su pelota”.
- Señalar: “Clara, mira que feliz está Julia con el juguete que le prestaste”
- Al leer cuentos o ver películas, hacer preguntas del tipo “¿Por qué crees que Juanito (nombre del personaje) hizo eso?” “¿Cómo crees que se va a sentir Juanito cuando descubra lo que pasó?”.
- Nuestro ejemplo: ¿Qué tan empáticos somos? ¿Somos empáticos con ellos?
- Favorecer tiempo de juego libre. Con frecuencia los niños juegan a ser distintos personajes (papás, súper héroes, profesores, etc.). Al hacer esto, se ponen en los zapatos del personaje, lo que favorece el desarrollo de la perspectiva social y la empatía.